lunes, 30 de abril de 2012

La peor guerra que existe es la de corazón contra cabeza

Estuve a punto de conseguirlo, rocé el éxito con la punta de los dedos. Estuve tan cerca. Ya me había olvidado del sonido de tu risa, del frescor de tus besos mañaneros, de cómo se sentía tener tus dedos sobre mí. Los recuerdos habían ido desapareciendo poco a poco durante un largo y arduo invierno y una primavera gris. Estuve a punto, sí. Un día me levanté y por fin tiré el jersey que durante todo el invierno había evitado que tu olor desapareciera de entre las sábanas. Aquel era el último paso, la última barrera. Estabas fuera de mi vida, definitivamente y para siempre. Y entonces, cuando por fin salí a la calle con esperanzas renovadas, alguien pasó a mi lado con tu perfume.


Y es que, por suerte o por desgracia; siempre habrá una fecha, una palabra, un lugar, un número, una mirada, una película, una canción, un momento, y una sonrisa que te recuerden a él.

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